La felicidad es el grado máximo de salud

Es una realidad que todos pasamos por la enfermedad y el sufrimiento a lo largo de nuestra vida. Es fácil ser feliz cuando a uno le van bien las cosas; lo complicado es encontrar la felicidad cuando aparecen los contratiempos. No hablamos sólo de cuando la salud nos acompaña, sino también de cuando hacen acto de presencia las contrariedades y las frustraciones del día a día.

La vida es como una moneda, que tiene dos caras: la cara de las alegrías, los éxitos, los triunfos y la otra cara en la que están las épocas de sufrimiento, frustraciones, errores, enfermedad… Con la primera de las caras es fácil ser feliz, pero no es tan fácil cuando se sufre o se está enfermo.

La tarea del psiquiatra es ayudar a la gente a mantener la alegría y la felicidad y por lo tanto a no caer en la depresión cuando ocurren acontecimientos vitales que hacen sufrir, porque la mayoría de las depresiones no son biológicas sino reactivas a circunstancias ambientales. En este sentido, hoy en día, el papel de psiquiatras y psicólogos es un papel secundario porque tratan de que, una vez que se ha caído en la depresión, revertirla, cuando lo más importante es prevenirla, y eso requiere una educación previa.

Muchas personas lo pasan mal como consecuencia de los sentimientos negativos. Hoy es muy importante divulgar la necesidad de las personas de vivir contentas y alegres también cuando se sufre y, especialmente, ayudar a los jóvenes a que lo vivan porque si no, ocurre lo que vemos a diario: gente frustrada y amargada en las que aparecen emociones negativas como miedo, vergüenza, sentimiento de inseguridad, de odio, de fracaso, de culpa, de envidia de celos… que sufren y que hacen sufrir mucho porque estas personas sometidas a esas emociones transmiten el sufrimiento a los que les rodean.