Familia y adicción

ESPECIAL XX ANIVERSARIO de  www.hacerfamilia.es
Marzo 2014

Fernando Sarrais Oteo Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad del País Vasco, especialista en Psiquiatría. Trabaja como consultor clínico  en  el  departamento de Psiquiatría y Psicología Médica de la Clínica Universidad de  Navarra y es  profesor  de  Psicopatología  en la misma universidad. Y es autor de libros como “Aprendiendo a vivir”, “Madurez Psicológica y Felicidad” o “Personalidad”.

Vivimos un momento histórico en occidente con muchas ambivalencias, una de ellas tiene que ver con la libertad. Se habla mucho de ella, se desea con pasión, pero, a la vez, hay cada vez más personas adictas –esclavas- de muchas cosas, desde la comida hasta el WhatsApp, pasando por las drogas, el alcohol, el tabaco, el sexo, el juego, el fútbol, las series televisivas, el ejercicio físico o las compras. Con estas conductas adictivas, se busca sentirse bien a corto plazo, aunque a medio y largo plazo se fracase en la búsqueda de la felicidad y se sufra depresión.

Concepto y determinantes de las adicciones

Adicción a las comprasEl hombre tiene planteada desde el inicio de su vida una permanente lucha interior entre la tendencia a la dependencia y el deseo de independencia de los seres que le rodean. Del resultado de esta batalla depende el grado de libertad que cada persona logra en su vida. Y la Libertad, junto al amor al Bien, es uno de los factores capitales para lograr la felicidad.

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua distingue dos términos que nos interesan en este artículo: la adicción y la dependencia. La adicción se define como el hábito de quien se deja dominar por el uso de alguna o algunas drogas, o por la afición desmedida por ciertos juegos. La dependencia se define como la necesidad compulsiva por algunas sustancias para experimentar sus efectos o calmar el malestar producido por su privación. Así pues, en estas definiciones, la adicción hace énfasis en la conducta repetitiva y la dependencia en la vivencia de necesidad o “hambre” que producen ciertas conductas. En ambas situaciones, el sujeto se ve atado, enganchado, determinado por algo que le produce un estado emocional agradable o le evita uno desagradable. Este efecto agradable, a corto plazo, es lo que en la psicología conductista se denomina refuerzo positivo. El concepto de adicción supone una mayor atadura a “la cosa” y, por tanto, menor libertad que en la dependencia, pero ambos términos son semejantes.

En los fenómenos de adicción y dependencia se dan dos factores que se conectan fuertemente: un individuo y un algo del mundo exterior. Así pues, la facilidad o dificultad para que se dé una adicción va a depender de ciertas características de los individuos y de las cosas a las que se hacen adictos.

Las personas más propensas a sufrir adicciones y dependencias son aquellas que realizan las conductas adictivas para aliviar su malestar psicológico, como son:

  1. Aquellas que viven una prolongada situación afectiva negativa: insatisfechos, frustrados, deprimidos, estresados.
  2. Las que, por una alta frecuencia o intensidad de experiencias previas negativas, tienen un déficit crónico de emociones positivas y están más necesitadas de ellas.
  3. Las que por carácter toleran mal las emociones negativas derivadas de los normales problemas de la vida (o, como dice la psicología, tienen baja tolerancia a la frustración).
  4. Las que tienen poco dominio de sí mismos, por escasa fuerza de voluntad, para decir   «basta» o «no» a lo que produce emociones positivas a corto plazo, pero puede producir sufrimiento a largo plazo, por incapacidad para diferir en el tiempo la gratificación.

Las cosas que son más adictivas o producen dependencia con más facilidad son aquellas que:

  1. Producen emociones positivas más intensas.
  2. Producen su efecto positivo más rápidamente.
  3. Son más fáciles de conseguir, porque el esfuerzo por conseguirlas podría neutralizar el efecto positivo que producen.
  4. Son más populares, por ser las más usadas por las personas del entorno o por las personas famosas admiradas, que añade un plus de bienestar psíquico al sentirse como los demás.

En los últimos años, los productos relacionados con la tecnología de la información se han añadido a los clásicos productos adictivos como el alcohol, el tabaco, las drogas, el juego, el sexo y las compras, por tener una gran potencialidad adictiva por las siguientes razones:

  1. Permiten experimentar emociones positivas (placenteras y excitantes) al conocer imágenes e informaciones, al tener conversaciones, acceder a juegos o apuestas o compras.
  2. Permiten acceder de modo instantáneo, y sin moverse del lugar habitual a multitud de estímulos curiosos, raros, sorprendentes, y hasta prohibidos, con gran poder para cautivar por completo la atención del usuario, y así borrar completamente, durante un tiempo, las vivencias presentes que causan emociones negativas, actuando como un potente producto de evasión.
  3. Por la presión del mercado, estos productos se han difundido extensamente y son fácilmente accesibles a la gran mayoría de la población sin distinción de edades, sexo o de poder socioeconómico.

Y los sujetos más propensos a depender de la tecnología son los jóvenes por varios factores:

  1. Al estar descubriendo la vida, tienen una enorme ansia de conocer y experimentar las cosas de su entorno, y los nuevos medios de comunicación les ofrecen una amplia ventana al mundo.
  2. Tienen gran flexibilidad mental, que les permite adquirir con facilidad el dominio de los nuevos medios tecnológicos, y por haber entrado en contacto con ellos desde muy niños.
  3. Suelen tener una situación emocional inestable, con gran propensión a sufrir estados afectivos negativos, especialmente por su mayor susceptibilidad (hipersensibilidad emocional) a los fenómenos ambientales negativos (familia, escuela, grupo de amigos).
  4. Por no haber desarrollado aún suficiente resistencia o tolerancia a las frustraciones, debido a insuficiente experiencia de situaciones frustrantes por la tendencia a la sobreprotección de la sociedad occidental, tienden a acudir con más facilidad a mecanismos de evasión.
  5. Por ser propensos a sufrir baja autoestima debido a los escasos objetivos logrados y a los muchos por lograr para afirmar su yo, en una sociedad muy volcada en la búsqueda del éxito. Este sentimiento de inferioridad les hace sentirse inseguros y tímidos en las relaciones sociales. La tecnología de la comunicación les permite satisfacer la necesidad de relacionarse con los demás, en ocasiones de un modo más personal, más sincero, más profundo y gratificante que en la comunicación cara a cara, pues les permite ocultar su identidad y evitar el miedo a que su yo reciba un juicio negativo por parte de los demás.
  6. La tecnología les permite satisfacer el “hambre” de conocer y la impaciencia por resolver todas sus ignorancias sobre la vida, sin tener que pasar la vergüenza de tener que reconocer esa ignorancia y de querer conocer los aspectos prohibidos por la sociedad de los adultos.

Por estas razones, y por otras más sutiles, los jóvenes pasan la mayor parte de su tiempo usando los medios de comunicación, y llegan a no saber vivir sin ellos. Esta realidad, ha hecho de estos medios tecnológicos uno de los principales medios de socialización, junto a la familia, la escuela y los amigos. Bien usados pueden contribuir a formar personas maduras y felices, pero si son usados mal pueden contribuir a formar personas adictas, manipulables e infelices.

El papel preventivo o favorecedor de las adicciones de ciertas dinámicas familiares

Por ser la familia el ámbito en el que las personas pasan la mayor parte de su vida, y los primeros años de la misma, en los que las personas ponen los pilares básicos de su modo de ser y vivir, el clima o dinámica familiar puede actuar como un preventivo o favorecedor de las adicciones en sus miembros.

No es fácil hacer un elenco de todos los posibles elementos del clima familiar que se relacionan con la tendencia a la adicción. Citaré algunos sin la pretensión de que sean los más importantes, sino como base para estimular la reflexión de los padres para que piensen y analicen si en la dinámica de su familia favorece o dificultan la adquisición de los aspectos preventivos de las adicciones en cada uno de los miembros de su familia, como son:

  1. El autocontrol, que depende del desarrollo de la fuerza de voluntad y que se logra con una pedagogía del esfuerzo continuado y diario.
  2. La tolerancia a la frustración, que se adquiere con la enseñanza a sufrir poniendo buena cara, o, lo que es lo mismo, sin quejas, lamentos, enfados y tristezas.
  3. Saber diferir la gratificación, pues la gratificación a corto plazo la producen los caprichos, no las tareas valiosas, que requieren esfuerzo continuado durante mucho tiempo.
  4. Fomento del desprendimiento de las cosas, dando más importancia al ser, mejor que al tener más y mejores cosas que los demás (las cosas que se poseen, acaban poseyendo o esclavizando al poseedor).

Para conseguir que estas enseñanzas preventivas arraiguen profundamente, deben ser tempranas, perseverantes y universales (por todos los miembros, especialmente por los mayores, que son el ejemplo de los jóvenes, y en todos los ámbitos).