Entrevista publicada como artículo en la revista «Nuestro Tiempo» (n. 706, Primavera de 2020)
No hablemos: dialoguemos
- ¿Por qué el diálogo es el ingrediente clave de la felicidad?
El diálogo es un ingrediente importante de la felicidad porque el ser humano necesita ser querido por los demás, y para lograrlo necesita comunicarse. Con el diálogo conocemos y nos damos a conocer a los demás, y así podemos descubrir la bondad de los demás y quererlos, y también podemos mostrar a los demás nuestra bondad y así ser queridos. Con las palabras podemos hacer sentirse bien a los demás o, por el contrario, podemos amargar la vida a los demás.
- ¿Qué diferencia hay entre hablar, monologar y dialogar?
En la comunicación social, cuando solo habla una persona se dice que es una disertación o un monólogo; si todas las personas hablan y se escuchan, se dice que están dialogando. A veces, todas hablan, pero nadie escucha, y en este caso también es un monólogo, pero polifónico.
Así pues, lo más característico del diálogo es la escucha por parte de los que hablan. Escuchar es captar el mensaje del interlocutor y entender su lógica, aunque no se comparta su contenido.
La aceptación o el rechazo del mensaje por parte de los demás depende de que lo que se dice (de lo que hablamos): si es o no interesante, positivo, correcto. Pero sobre todo depende de cómo se escuche: con interés, con respeto, con amor. Y esta actitud hace sentirse importante, valioso y querido a los que hablan; que, con el tiempo, produce en ellos un sentimiento de seguridad y confianza en sí mismos, que aumentará su asertividad en la comunicación.
- ¿Por qué a algunas personas les resulta más fácil dialogar entre amigos que con su familia?
Una razón es que con los amigos se comparten ideas, intereses, gustos, ilusiones, planes, por lo que es muy frecuente el acuerdo y muy raro el conflicto, y puesto que se habla de los temas que se aman, con las personas que se aman, el diálogo entre los amigos hace sentirse bien.
En cambió, en las familias: la rutina, la excesiva confianza, la susceptibilidad y las rencillas surgidas de muchos pequeños conflictos durante años de convivencia llevan a sus miembros a evitar escucharse y a hablar de modo negativo e hiriente.
- ¿Cuáles son los mayores enemigos del diálogo familiar?
El primero, es el miedo a sufrir por lo que voy a escuchar y por la indiferencia, desinterés y falta de respeto por lo que se dice. El segundo, es la falta de cariño, admiración y respeto de los familiares que lleva a encerrarse en sí mismos. El tercero, es el egocentrismo que lleva refugiarse en los temas y asuntos que hacen sentirse bien a uno mismo y evaden del sufrimiento de la vida ordinaria, y conduce el desinterés por las cosas de los demás. El cuarto, la incapacidad para perdonar las ofensas, que produce rencores que apagan el amor mutuo, que anula el interés por las cosas de los demás y la confianza para contar las propias cosas; y actúan como barreras psicológicas de incomunicación.
- ¿Qué papel tiene saber escuchar en el saber dialogar?
Escuchar supone y conlleva el respeto, que procede del descubrimiento del valor de la otra persona, y ese valor produce el afecto. Las personas que escuchan hacen sentir a los demás que son queridos. Este sentimiento lleva a confiar en ser bien tratado y quita el miedo a recibir daño en forma de crítica o de mal uso de lo dicho, que facilitará una más profunda y enriquecedora comunicación personal y una reciprocidad en el afecto.
Saber escuchar supone dar una retroalimentación respetuosa de la información recibida, para que el que habla constate que es escuchado sin distorsiones, crítica o falsas interpretaciones. Esta conducta estimula la comunicación sincera y profunda del que habla.
- ¿Un buen diálogo familiar se basa en el buen diálogo interior de cada uno de sus miembros?
Se basa sobre todo en el modelo de diálogo entre los padres, que ha de ser lógico, profundo y positivo, y en el aprecio por la sinceridad y caridad, que son los mejores ingredientes de todo diálogo. El mayor enemigo de la sinceridad es el miedo a sufrir y a hacer sufrir; y el mayor enemigo de la caridad es la ira, por eso cuando se está enfadado hay que callar.
- ¿Cómo aprende uno a hablar consigo mismo?
Se aprende practicando, y se hace cuando hay interés profundo por uno mismo, que es consecuencia de un amor incondicional. Toda persona que ama algo, se interesa por ello y quiere saber todo sobre ello.
Hoy en día, un obstáculo importante para el diálogo interior es el fuerte amor por las cosas exteriores o superficiales al Yo, que distrae del interés por el mundo interior, que comprende las ideas de la razón, las motivaciones de la voluntad y los sentimientos de la afectividad. El enorme poder de atracción de los estímulos procedentes de las nuevas tecnologías son un oponente muy fuerte para el interés por la persona interior, que lleva al diálogo interior entre cabeza y corazón.
- ¿Cuáles son las preocupaciones que le transmiten los padres en la consulta?
La principal preocupación de los padres actuales es que sus hijos no son capaces de hacer lo que deben, que es hace el bien, que les hará ser buenos y queridos por los demás y por ellos mismos, y es la fuente principal de felicidad del ser humano. Y no son capaces de hacerlo porque no son dueños de sí mismos al ser dependientes de las emociones y sentimientos agradables que les producen las cosas y sucesos del mundo exterior. Se puede afirmar que en la actualidad hay una seria crisis de libertad interior por la gran difusión de las dependencia y las adicciones; que reclama un firme empeño educativo familiar y escolar para desarrollar la voluntad que es la que permite ser libre.