Patrones educativos y su efectos psicológico en los hijos

Los patrones educativos parentales inadecuados producen defectos en la formación del carácter de los hijos, así como un molde imperfecto produce piezas imperfectas. Estos defectos del carácter darán lugar en el sujeto adulto a Trastornos de la Personalidad.

Hasta hace pocos años estos trastornos de la personalidad se agrupaban en un concepto amplio denominado personalidad neurótica, que en el lenguaje de la gente de la calle tiene un contenido muy similar al de personalidad inmadura. Ambos términos, neurótico e inmaduro, tienen en la actualidad una connotación peyorativa y algo ofensiva, por lo que está en desuso entre los profesionales.

Los sujetos con una personalidad neurótica suelen padecer, con frecuencia, durante la vida adulta, trastornos neuróticos: fobias, angustia, obsesiones, depresiones, hipocondría, histeria, somatizaciones. Estas patologías mejoran con los tratamientos farmacológicos, pero tienden a ser persistentes y a cronificarse porque no es fácil modificar la causa de las mismas que es la personalidad del paciente, muy arraigada desde la infancia.

Trastornos neuróticos

Trastorno de Angustia y Trastorno de Ansiedad Gereralizada (Neurosis de Ansiedad)
Fobia Específica (Fobia Simple) y Fobia Social (Neurosis Fóbica)
Trastorno Obsesivo-Compulsivo (Neurosis Obsesiva)
Distimía (Depresión neurótica)
Trastorno de Conversión y Trastorno Disociativo (Neurosis Histérica)
Trastorno Somatoforme (Neurosis Hipocondriaca)

Los intentos de modificación de la personalidad neurótica mediante los diferentes métodos de psicoterapia tienen unos resultados parciales, y dependen de la edad de los pacientes (mejor resultado cuanto más joven), pues con la edad el carácter se vuelve más firme y rígido,  y de su inteligencia (mejor cuanto más inteligente) porque pueden comprender mejor su problema, las implicaciones de su personalidad en su patología neurótica, y pueden concretar mejor las implicaciones prácticas de las indicaciones psicoterápicas.

Hoy en día, con el auge de las clasificaciones internacionales de enfermedades (CIE-10 y DSM-IV), se ha llegado a especificar y concretar el conjunto de rasgos de varios tipos de personalidad a las que se le ha dado un nombre en relación aquellos rasgos más sobresalientes. Por lo cual, ahora no hablamos de personalidad neurótica o inmadura sino de personalidad paranoide, esquizotípica, esquizoide, inestable o impulsiva, antisocial, histriónica, narcisista, anancástica, ansiosa o evitativa, dependiente.

Los tres últimos tipos de trastorno de personalidad son los más frecuentes en la población general (anancástica, ansiosa, dependiente). Y son los que antiguamente se incluían en la etiqueta de personalidad neurótica por relacionarse con más frecuencia con las enfermedades neuróticas mencionadas. Los autores americanos agrupan estos tres trastornos de personalidad en un grupo o “cluster” C (grupo de ansiosos). Las otros trastornos se agrupan en otros dos “clusters”, el “cluster” A (paranoide, esquizotipica, esquizoide) es el grupo de los “raros”, y el “cluster” B (inestable, antisocial,histriónica, narcisista) es el grupo de los “dramáticos”.

Trastornos de Personalidad

“Cluster” A
(“Raros”)
Trastorno Paranoide de la Personalidad
Trastorno Esquizoide de la Personalidad
Trastorno Esquizotípico de la Personalidad
“Cluster” B
(“Dramáticos”)
Trastorno Inestable de la Personalidad (Borderline/Impulsivo)
Trastorno Antisocial de la Personalidad
Trastorno Histriónico de la Personalidad
Trastorno Narcisista de la Personalidad
“Cluster” C
(“Ansiosos”)
Trastorno Anancástico de la Personalidad
Trastorno Ansioso o Evitativo de la Personalidad
Trastorno Dependiente de la Personalidad

Los trastornos de personalidad del “cluster” C, además de por padecer ansiedad constante, tienen en común dos rasgos o características: un sentimiento de inferioridad o, como hoy gusta más decir, baja autoestima, y un sentimiento de inseguridad. Es esta última inseguridad es la que lleva a estar en tensión, es decir, con ansiedad habitual. Todos tenemos experiencia de que las situaciones en las que nos sentimos inseguros nos ponemos tensos, en estado de alerta, y sentimos ansiedad.

Los individuos con los trastornos de personalidad del “cluster” C están ansiosos constantemente porque se sienten inseguros viviendo su vida, llegando a presentar angustia (grado máximo de ansiedad) en las situaciones que a las personas sanas les produce inseguridad (hablar en público, por ejemplo).

El sentimiento de inferioridad es más básico, o primero en el origen, que la inseguridad, pues sentimos la inseguridad en las situaciones que nos superan, cuando no controlamos o nos dominamos la situación, o lo que es lo mismo cuando nos sentimos en inferioridad de condiciones en dicha situación. En el caso de nuestros pacientes del “cluster” C, se sienten inferiores respecto al mundo en el que viven porque, desde niños, han aprendido que “no valen”, que son inferiores a los demás.

El origen más frecuente del sentimiento de inferioridad está en los patrones educativos de los padres. Así, unos padres que no han querido a su hijo porque no era perfecto o porque han comparado a su hijo real con el ideal que deseaban, hacen que su hijo saque la conclusión de que no valen, pues si valiese hubiese sido querido por sus padres. Los niños en su simplicidad mental piensan: los adultos quieren las cosas que valoran, mis padres no me quieren luego no me valoran, y no me valoran porque no valgo.

Unos padres que quieren mucho a sus hijos pero por ese cariño excesivo quieren que sean los mejores, les hacen ver continuamente en qué han de mejorar. Los niños interpretan que sus padres quieren continuamente que mejoren porque no son buenos, no dan la talla, no valen lo debido.

Los padres permisivos no ponen normas a sus hijos porque o no quieren que sufran y se enfaden con ellos, desean que sus hijos piensen que son los mejores padres, o no les ponen normas porque se desentienden de ellos porque están centrados en su propio éxito profesional y no en la educación de sus hijos. Estos niños acaban siendo caprichosos, perezosos, comodones, egoístas, y por ello suelen fracasar en los estudios, en las relaciones sociales y en la mejora como personas, por falta de la fuerza de voluntad necesaria para lograr éxitos en esos campos. Esta repetición de fracasos les lleva a ir desarrollando sentimiento de inferioridad respecto a los demás niños.

Por otra parte, los padres autoritarios, que exigen una obediencia ciega a sus normas, hacen pensar a sus hijos que ellos no saben hacer lo que deben, que no se pueden fiar en su libertad porque son malos hijos, o tontos, o torpes, y es necesario que hagan todo lo que sus padres les dicen para no equivocarse y tener éxito en la vida. Los hijos piensan que si sus padres, que son las personas que más les conocen, no se fían de ellos cómo van a confiar ellos mismos en su valor, o cómo pueden pensar que los extraños puedan valorarlos positivamente.

Se podría seguir ilustrando con más ejemplos la relación entre modelos educativos de los padres y los trastornos de personalidad, que con el tiempo dará lugar a la patología psíquica del espectro neurótico, pero nos saldríamos del objetivo de este trabajo.

Por tanto, los factores comunes de los trastornos de personalidad del “cluster” C son el sentimiento de inferioridad, la inseguridad y la ansiedad habitual. Lo que diferencia a estos tres trastornos es el modo de intentar resolver su inseguridad.

Los individuos con una personalidad anancástica, u obsesivo-compulsiva como la llama los americanos, tratan de ser valiosos, y así sentirse seguros en la vida, siendo perfectos, no cometiendo errores, y consecuentemente consiguiendo la admiración y la estima de los demás. Si me valoran entonces valgo. Al depender su valor de los demás, toda su vida consiste en dar una imagen de perfección en la vida social.

Los individuos con una personalidad dependiente buscan sentirse valiosos y seguros mediante el apoyo, la ayuda y protección de personas valiosas, que les traspasan su valor, como ocurre con los jóvenes que se sienten más valiosos por ser amigos del chico más fuerte del grupo o del mejor deportista del barrio, o por tener un padre importante. Estos sujetos dejan en manos de las personas de las que dependen la mayor parte de  las decisiones de su vida, así ellos no cometen errores, o sus fallos y fracasos no son suyos sino de sus protectores, pues ellos son meros “mandados”, de esta manera no se sienten sin valor o fracasados. Estas personas van sustituyendo un protector a otro, pero en cada cambio sufren grandes crisis de inseguridad y angustia, y en general se sienten insatisfechos y frustrado por no se más que marionetas que otros mueven.

Los individuos con una personalidad ansiosa o evitativa buscan sentirse seguros evitando todas aquellas situaciones donde puedan ser evaluados o juzgados por los demás de modo negativo. Huyen de las situaciones que no controlan o no dominan, y así no cometen errores, y los demás y ellos mismos, no ven que no valgo, que soy inferior, y de esta manera dejo de ser inferior (“ojos que no ven corazón que no siente”). Esta estrategia les lleva a desarrollar múltiples excusas para escapar de las situaciones peligrosas y tienden a refugiarse en su territorio personal (casa, habitación, grupo de íntimos), que es donde se sientes verdaderamente seguros.

Estos mecanismos de compensación o defensa por los que estos sujetos buscan seguridad (perfeccionismo, dependencia, evitación), tarde o temprano, acaban por fracasar y entonces aparecen los síntomas que conformar los síndromes de las enfermedades neuróticas.